Me gusta tu perfume a fresias en invierno, y calor en primavera, me gusta verte andar descalzo cuando llueve y mojarme los zapatos mientras tiemblas de frío y preparamos café, me gusta ser yo cuando estoy con vos, reírme estúpidamente y hablar sola por horas, me gusta mirarte y verte dormido aunque después me enoje tu falta de atención.
Me gusta abrazarte y sentirme dueña del tiempo, cerrar los ojos y confiar en tus manos etéreas.
Me gusta bailar mientras caminamos, me gustan mis locuras a tu lado, me gustan tus respuestas, tus consuelos, tus enojos, tus lágrimas que dicen mucho más que tus lamentos.
Me gusta tu sonrisa en tiempos de guerra, tu optimismo en la fragilidad, me gusta tu presencia en mi vida, tu vanidad, tu intensidad, tu ironía.
Me gustan todas esas cosas que crees que no, simplemente porque en algún punto hacen que te odie.
Me gusta que retardes la despedida sabiendo que nos veremos al rato, me molesta la debilidad del último beso pero me fascina saber que no quieres dejarme ir.
Me gusta que preguntes donde estaré, a quien veré al salir la luna, porque odio tus reproches y tus celos, pero amo que te preocupes por mí y me cuides, como un niño a su tesoro.
Me gusta perder la cordura, me gusta quitarme la armadura, me gusta que seamos sólo vos y yo en un valle sin culpas ni amaneceres.
Me gusta ser yo cuando estoy con vos. No por la libertad satisfactoria de mostrarme transparente, sino porque sos vos el sumergido en mi profundidad, el dueño de mis días, el acomodador de mis placeres y el confundido poeta que sin saber porqué, prevalece.
Lucha incontenida de broncas y recelos incurables, pero somos más que eso, vos y yo.
Basta de recuerdos ingratos hombre, quédate a mi lado que me gusta, y que odio todo lo demás sino estás conmigo.
Otero María Belén
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