Supongamos que mi día a día corre perfectamente, que mis pasos agigantados no acortan el tiempo, supongamos que las distancias no existen y podemos mirarnos al bailar, desesperados.
Imaginemos que mi presente no te pertenece, que tu recuerdo no está latente y que tu vida perdió todo mi interés.
Supongamos que camino firme sin vos, y puedo mirarte sin pestañar ni sonreír estúpidamente.
Te propongo creer que tus besos ya no son mi prioridad, que mis brazos ya no tienen frío, que tu presencia no es necesaria para mi bienestar. Que soy inmune a tus caprichos.
Te desafío a olvidarme, a mantenerme distante en tu cabeza y mayoritariamente en tu inhabitable corazón.
Te reto a maldecirme por las mañanas e implorarme por las noches.
Te invito al enorme misterio de la soledad, a malgastar tus labios con amores de bar, a llamarme por lo bajo,
con temor a la locura, con vergüenza y pesar.
Te invito a irte, porque tengo la certeza de que vas a volver.
Porque puedo firmar hoy, que te estás retorciendo en tu macabro plan, que el juego te salió mal y soy indispensable en tu estúpida realidad.
Puedo hoy, dejar mi sangre como sello de lealtad. Firmo con mi piel que como yo nadie te va a amar, que
como vos no hay algo igual, sos un caso particular, un partícula de polvo, mi pequeña totalidad.
Nunca te voy a olvidar, porque las cosas que duelen no se olvidan.
Siempre serás mi peor deseo, mi mayor verdad.
En el peor de los casos, mi maldita necesidad.
Supongamos que nada de esto duele, supongamos que no te espero...
Supongamos que lo supero... lo voy superando... canté pri!
Otero María Belén
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