DE SA PA RE CÉ.
No me escribas más, no me llames, no aparezcas, no me busques,
hoy voy a pedirte que ni me mires, con esos ojos pecaminosos qe Dios te regaló.
Hacé como que no existo, hacé lo mismo que hiciste cuando la besaste, no pensar en mí, cagarte en mis sentimientos, en esas ganas de quererte sin medida.
Borrate del mapa, de mi vista, de mi vida, de mi mundo, como si nunca te hubiera compartido la totalidad de todo lo que soy y me rodea, armá tus valijas y devolveme las llaves de mi alma, porque tus manos impuras ya no merecen poseer todos mis tesoros.
Te quiero lejos de mis lágrimas derramadas en vano, de las horas que esperé a que llegaras, de los ratos que ya no tienen nombre, olvidate de que existo, porque no sabes amarme, no podés y no haces más que lastimarme, con tus mentiras, con tus dudas pelotudas, con tus vacíos agobiantes.
Estoy harta. Harta de vos y de tus vueltas.
HARTA.
Haceme ese favor, quema mis recuerdos, borrá mis presencias de tu habitación, girá la página, empezá de nuevo, sin volver.
No vuelvas más,
NO VUELVA GENTIL CABALLERO, HACEDME ESE FAVOR,
CONCÉDAME HACER FELIZ A ESTE CORAZÓN,
QUE USTED TANTO GOLPEÓ,
Y HOY LO DESPIDE CON RESPETO.
(Aunque usted de respeto, desconoce)
Otero Ma. Belén.
Hacedme caso, porque una mujer despechada es capaz de cualquier cosa.
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