que tus migajas de cariño fueran abazallantes y me desplomen hasta caer al suelo.
Deseaba con los ojos cerrados y los dedos cruzados,
que me des ese beso húmedo que tanto prometiste,
sentía en un instante como tus manos resbalaban por mis mejillas
como signo de exclamación, como ausencia, como reclamo.
Pude sentirte en una corazonada intrínseca, sentirte más mío que nunca.
Mientras vos jugabas a no verme,
a reirte superficialmente, como si fueras feliz así.
Al lado de ella.
Con tu mano tomando su cintura,
como si mostrases autoridad y compañerismo.
Quería que salgas de ese mundo,
que vuelvas a mí, con la humildad que me mostraste.
Quería que corras a buscarme, como lo hiciste hace tiempo.
Quería llenarte de besos, que me tomaras de las manos,
que corrieramos como dos adolescentes volviendo a encontrarnos.
Quería que seamos vos y yo,
pero no saliste de tu burbuja de papel.
Y los periódicos no hablaron de nosotros.
Vos te limitaste a saludar de lejos,
y yo a fotografiar, una vez más...
todo eso que ya no somos.
El destino, debería cruzar a esos que pasan años tratando de encontrarse...
y dejar de jugar con las ilusiones de aquellos, que quieren olvidar.
Hay cosas que prefiero no ver, situaciones que nos ponen en el mismo lugar que prefiero evitar.
Pero vos allá, y yo acá, como si nada nos uniera.
El destino debería cortar con el masoquismo de unir lo indefensible.
Debería borrarte de una vez, y dejar de soñar.
Otero Ma. Belén
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