Ya no teníamos más que decir, y el segundero aumentaba su volumen.
Estaba todo perdido, tirado por la borda, y comenzamos a darnos cuenta.
La silla se mecía mientras el resplandor de tu sombra en la pared me irritaba cada vez más.
Trataste de hacerte el indiferente, y ni me miraste.
Revisé mi camisa por todos los rincones, como si la solución estuviera allí.
No hay nada más que hacer, no había más nada por hacer....
Dijiste su nombre mientras me besabas
y me quitaste todas las sospechas,
me borraste la razón. Me nublaste la memoria.
- TE VAS VOS, O ME VOY YO?
Otero M. Belén
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