Acceder, pasar, traspasar.
Frecuentar los mismos lugares, sentarnos en la misma mesa.
Repartir sonrisas, mostrarnos felices.
Volver, olvidar, abrir los ojos.
Sentir el sabor de tus labios.
Mirar alrededor y no tenerte.
Buscarte.
La soledad, la soledad permanente.
La inconstante espera.
Y el Sí.
Creer, confiar, entregarse.
Derrumbarse, chocar, caer.
Es el absurdo e inevitable ciclo que se repite una y otra vez.
Sin sentido.
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